lunes, 20 de abril de 2009

VALORACIÓN DEL PSICOMOTRICISTA


Entendemos a la psicomotricidad como el desarrollo e las capacidades fundamentales para lograr una mejor adaptación del ser humano al medio social, de acuerdo a la definición que plantea Rosario Muñiz Sánchez.


Sus ciencias de apoyo son la psicología, la pedagogía, la anatomía, la neurología y la sociología. La primera porque la palabra psicomotricidad se conforma por los vocablos psique, que se refiere a la mente, y motricidad, que alude al movimiento; la pedagogía, por encargarse del aprendizaje; la anatomía y la neurología, porque estudian la organización y adaptación del sistema nervioso central, y la sociología, porque la vida en sociedad, la integración y la adaptación a diversos grupos son comunes en todo ser humano.


La psicomotricidad tiene tres campos de acción:


Educación psicomotriz: acción pedagógica y psicológica con recursos de educación física para desarrollar la capacidad de ser y expresarse en un concepto psicosocial.


Reeducación psicomotriz: se refiere a los procesos que se presentaron como lagunas en el desarrollo, o bien, a los que no se presentaron de manera correcta.


Ámbito terapéutico: para superar los problemas provocados por la discapacidad.


La importancia del psicomotricista reside en que debe realizar una psicomotricidad abierta a la creatividad de los niños, abierta a la observación y el análisis de sus comportamientos; abierta a sí mismo, a su propia creatividad que invita a “proponer”, no a “imponer”.


Entre psicomotricista y paciente se genera una gran empatía; para compartir espacio, material y tiempo en el que el niño se siente aceptado, querido y respetado.


El psicomotricista está capacitado para hacer una serie de valoraciones, como las referentes al esquema corporal (conocimiento global e inmediato; identidad personal y control de movimiento), desarrollo macro motor, desarrollo micromotor, lateralidad, ritmo, equilibrio; así mismo, valoraciones referentes a los distintos tipos de conducta: personal, adaptativa, de lenguaje y comunicación, así como una serie más de valoraciones a considerar por estos especialistas.


El psicomoticista a su vez, debe contar con:


+Disponibilidad como facilitador, orientador y compañero dentro de un marco afectivo.
+Disponibilidad de tiempo. Responsabilidad para llevar a cabo el tratamiento por el tiempo que se requiera (mínimo seis mese, máximo un año, con excepción de personas con discapacidad o problemas neuromotores.
+Disponibilidad de materiales de trabajo propicios para cada actividad.
+Disponibilidad emocional. No puede dar lo que no tiene.
+Disponibilidad para facilitar procedimientos de adquisición de conocimientos, apoyándose en sus experiencias y en una buena sustentación teórica.
+Capacidad de observación y reflexión para poder dirigir, acompañar y propiciar el desarrollo del potencial del niño, ya que en la acción se articula toda su afectividad y sus deseos, así como sus posibilidades de comunicación y conceptuación.
+Dominio de la situación.
+Creatividad para brindar motivación, con el fin de aportar recursos que permitan resolver cada problemática.
+Desarrollo espontáneo y expresivo de sentidos y sensaciones.
+Desarrollo de las capacidades perceptivas y expresivas.
+Desarrollo del ritmo.
+El gesto y el movimiento como vinculación con el espacio y el tiempo.
+Imitación y simbolización.
+Improvisación individual y colectiva.
+Coordinación gesto-palabra.
+Acción, movimiento y comunicación.
+Actuar con base en la premisa: “De la libertad de acción a la búsqueda de acuerdos”.


El psicomotricista está capacitado para brindar un diagnóstico, pronóstico y tratamiento mediante pautas metodológicas que contemplan los aspectos mencionados, donde el paciente se siente seguro, querido y respetado.
Muñiz, Rosario "BITÁCORA TDAH", México 2007. Aguilar

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